Todos tenemos pequeños hábitos de los que no nos damos cuenta, como morderte las uñas cuando estás nervioso, tronar los dedos cuando no estás haciendo nada o simplemente la manera en la que duermes todas las noches. Son pequeñas acciones que hacemos en automático.
Pero antes de convertirse en hábitos que hacemos sin pensar, eran acciones que realizábamos conscientemente, hasta que en algún punto nuestro cerebro las asimiló como naturales. Tomemos por ejemplo llegar estresados del trabajo, en ese momento de cansancio no sabes que hacer y tal vez se te ocurre jugar tu videojuego favorito e inmediatamente tu mente se relaja. Ya no te sientes tan agobiado por tu día en la oficina. Tu cerebro va a reconocer ese sentido de recompensa que te dio el haber prendido la consola y divertirte un rato. La próxima vez que llegues cansado del trabajo tu cerebro pensará por unos segundos “¿Qué es lo que me hizo sentir tan bien la última vez que llegué tan devastado de la oficina?” y se acordará de lo relajante que fue jugar por unos minutos antes de dormir.
Lentamente, cada vez que eso suceda, tu cerebro irá reconociendo estas recompensas cada vez más rápido, hasta el punto en el que pase de ser una acción planeada a tu piloto automático activando el hábito que fuiste creando día con día.
Como dijo el científico Jason Hreha, los hábitos son solamente soluciones a problemas recurrentes en nuestro ambiente. Son maneras de resolver el estrés o simples formas de actuar de manera automática sin necesidad de mucha actividad cerebral. Cada vez que creamos un hábito es como si le diéramos un manual de comportamiento a nuestro cerebro para no tener que estar pensando en las mil y un soluciones a un problema. Es tan fácil como pensar “Si X pasa, Y es la manera de resolverlo”. Si lo pensamos bien, lo que está haciendo nuestra mente es quitar algunas preocupaciones o problemas de nuestra vida diaria para que así podamos dedicarle más tiempo a algunas acciones que requieran de mayor concentración. Básicamente, si creas hábitos saludables y prácticos, tu vida será mucho más sencilla y productiva. En tu caso, ¿cuáles son algunos hábitos que has creado? ¡Déjanos saber en los comentarios! Por: Fer Hinojosa
TAMBIÉN TE PUEDE GUSTAR:
Desde que era pequeña me encantaba encerrarme en mi mente para así, pasar tiempo dentro de mis historias. Toda mi vida he sido adicta a soñar despierta. No importaba si estaba en clase, hablando con alguien o haciendo algo importante, siempre había un escenario pasando por mi mente.
Algunas veces, cuando voy en el coche camino a la escuela, veo algún edificio y comienzo a imaginar que estoy dentro de él. Tal vez trabajando como la dueña del lugar, otras estoy en camino a una entrevista o simplemente soy alguien que va pasando por ahí. Comienzo una película que odio no terminar, incluso si sólo dura unos cuantos minutos. Otras veces observo a la gente que está parada en las banquetas o que están junto a mi auto en el semáforo y comienzo su película. En ella veo sus vidas o al menos la que yo imagino que tienen. Cuántos hijos tienen, el lugar en dónde viven, su trabajo, lo que se te pueda ocurrir yo ya lo imaginé y lo viví con él o ella en minutos.
No importa la situación en la que esté yo prefiero estar dentro de mi mente. Juro que no estoy loca pero definitivamente es más divertido estar en un mundo de fantasía que en la realidad, pues ahí no importa lo extraño que sea lo que imagine, porque aún así puedo hacer que suceda, una cualidad que le falta a la vida real.
Creo que esto es una de las razones por las que siempre he querido ser escritora. Para mí, esto era algo que a todo el mundo le pasaba, en mi mente yo creía que la gente siempre está encerrada en su propio mundo de fantasía que imaginan cada vez que ven o escuchan algo lo suficientemente interesante para escribir una nueva historia. Pensaba que las personas tenían varios escenarios planteados dentro de su cabeza y cambiaban de uno a otro cuando las cosas se ponían aburridas. En realidad pensaba que esto era algo natural. También comencé a notar lo mucho que me encariñaba con estos personajes que creaba. A veces, mientras pasaba la historia dentro de mi mente, yo me reía o lloraba con ellos. Obviamente mi familia me preguntaba qué me estaba pasando y por pena les decía una pequeña mentira blanca. Lo que le pasara a mis "personajes" afectaba mi humor de cierta manera y hacía todo lo posible para que la situación fuera favorable para ellos.
Hace tiempo Ana escribió un artículo acerca de la “ensoñación excesiva” y hasta ese momento supe que lo que me había mantenido despierta por tantos años, distraída de innumerables clases y viviendo en un mundo de fantasía dentro de mi mente no era normal. En realidad es una condición que afecta solamente al 5% de las personas y al parecer yo pertenecía a ese pequeño porcentaje.
Lo más extraño de descubrir que tu pasatiempo favorito es en realidad una condición psicológica es que comienzas a encontrar las causas de cosas que te habían estado molestando por un largo tiempo. Por ejemplo, por fin entendí la razón por la que no duermo en las noches; no es que no supiera que paso más tiempo soñando despierta acostada en mi cama que lo que paso durmiendo, pero ahora comprendo el por qué lo hago. Por: Fer Hinojosa
TAMBIÉN TE PUEDE GUSTAR:
|